... ¿Y San Francisco? ¿Por qué un laico como yo ha decidido medirse a un santo? En primer lugar porque San Francisco era, quizás hoy más que ayer, un santo; pero además de santo, era un gran poeta al que le gustaba cantar. Eso fue lo que me impulsó a musicar algunos de los escritos y episodios de su vida, extraídos de las Fuentes Franciscanas: la voluntad de volver a dar voz a sus palabras para que pudieran ser de nuevo cantadas. Lo que siempre me ha fascinado de San Francisco como hombre (y como santo) ha sido la alegría que transmitía su persona aún habiendo elegido la pobreza como forma de vivir. Y su ser, en ese sentido, distaba mucho de la tristeza con la que se representaba la espiritualidad monástica tradicional. La figura de San Francisco, en la actualidad, me resulta frágil pero, al mismo tiempo, llena de vigor. Su imagen es viva y actual, próxima a las pasiones y a los grandes problemas de nuestro tiempo como la pobreza, las enfermedades, las guerras, el medio ambiente o las relaciones con los demás. Una cristiano  ejemplar y excepcional, consecuente con su decisión de vivir plenamente el Evangelio, sin dejar de ser por ello un hombre, sin dejar de ser por ello un santo. Un santo poeta al que le gustaba cantar.

Angelo Branduardi

Pintura: "San Francisco predica a los pájaros", Giotto
(Basílica Superior de San Francisco, Asís)